



En apenas unas horas estaré de vacaciones.
Este periodo empieza con fatiga y esperanzas, es como un espacio en blanco, antes de continuar con la tarea de vivir. Pero también vivir es permitirse el mayor bienestar posible, ennoblecerse dejando respirar la mente, compartir la risa y la inteligencia, disfrutar de los olores y los sabores… de todos los sentidos…en fin…trataremos de ser felices ante las evidencias.
La maleta va repleta de ilusiones, sobre todo la del niño, que sueña con la playa, la arena, su cubo y su pala. Así de sencilla es su idea de la felicidad. Qué envidia, ajeno a todo lo que pesa y enturbia nuestra mente, pese a estar tumbados al sol.
Otro compañero imprescindible es un buen libro. Esta mañana tengo que elegir qué libros meto en la maleta. Como con la ropa, suelo llevarme más de lo que puedo leer. Sergi Pámies escribe hoy una columna sobre este particular: “hay gente que lleva libros con la esperanza de leerlo pero con el fundado temor de no poder hacerlo. En este caso, el libro tiene la misma categoría que los preservativos. Están allí por si acaso (también), por si las circunstancias siempre azarosas, propician su uso (y abuso). Pero hay una diferencia. Mientras si regresas de vacaciones sin haber usado los preservativos te sientes un poco melancólico y frustrado, si no has leído el libro es un buen síntoma”. Es una teoría.
Lo cierto, es que en verano, hay tiempo para abandonarse y recomponerse, para viajar y quedarse, para apaciguar las tensiones y conseguir recuperar la vida nuestra, aunque sólo sea por un instante, volátil pero inolvidable; nutricio….
El verano siempre es especial, en cada edad, con esas horas quietas, cercadas por el sol… con los ánimos sosegados… gozosos…descansados…Cada verano volvemos a ser ese niño que todo lo puede y todo lo sueña.
Hay que disfrutar de estos pequeños respiros. Nos vamos de vacaciones, de la ciudad, de las lluvias, de los problemas… y la memoria se funde al sol.
Te seguiré leyendo siempre que pueda. Haré muchas fotos y espero recopilar bonitos recuerdos para compartir.
Un besito, y hasta dentro de 4 semanas. Puede que algún día aparezca por sorpresa en el blog. Todo está abierto.
La maleta va repleta de ilusiones, sobre todo la del niño, que sueña con la playa, la arena, su cubo y su pala. Así de sencilla es su idea de la felicidad. Qué envidia, ajeno a todo lo que pesa y enturbia nuestra mente, pese a estar tumbados al sol.
Otro compañero imprescindible es un buen libro. Esta mañana tengo que elegir qué libros meto en la maleta. Como con la ropa, suelo llevarme más de lo que puedo leer. Sergi Pámies escribe hoy una columna sobre este particular: “hay gente que lleva libros con la esperanza de leerlo pero con el fundado temor de no poder hacerlo. En este caso, el libro tiene la misma categoría que los preservativos. Están allí por si acaso (también), por si las circunstancias siempre azarosas, propician su uso (y abuso). Pero hay una diferencia. Mientras si regresas de vacaciones sin haber usado los preservativos te sientes un poco melancólico y frustrado, si no has leído el libro es un buen síntoma”. Es una teoría.
Lo cierto, es que en verano, hay tiempo para abandonarse y recomponerse, para viajar y quedarse, para apaciguar las tensiones y conseguir recuperar la vida nuestra, aunque sólo sea por un instante, volátil pero inolvidable; nutricio….
El verano siempre es especial, en cada edad, con esas horas quietas, cercadas por el sol… con los ánimos sosegados… gozosos…descansados…Cada verano volvemos a ser ese niño que todo lo puede y todo lo sueña.
Hay que disfrutar de estos pequeños respiros. Nos vamos de vacaciones, de la ciudad, de las lluvias, de los problemas… y la memoria se funde al sol.
Te seguiré leyendo siempre que pueda. Haré muchas fotos y espero recopilar bonitos recuerdos para compartir.
Un besito, y hasta dentro de 4 semanas. Puede que algún día aparezca por sorpresa en el blog. Todo está abierto.
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