miércoles, 21 de julio de 2010

Piropear


Hace un par de días, mientras regresábamos a casa después del trabajo mi amiga y compañera Nuria me comentó que tenía que escribir en el blog sobre el daño que nos han hecho a las mujeres los cuentos de hadas y las comedias románticas. Venía a `cuento´ de una queja común de ambas: qué poco detallistas son los hombres….


Pues, ayer, compré una revista en el kiosco y veo perpleja que alguien se ha encargado de escribir exactamente esto que pasaba por mi cabeza. Susana Moreu ha escrito un artículo sobre los piropos dentro de la pareja, y es muy interesante:

“Aunque sepamos que nos queremos nos encanta escucharlo, un piropo, una llamada de teléfono sin motivo, un mensaje del móvil, un correo electrónico desde el trabajo, un regalo, unas flores… Hay miles de detalles que nos hacen la vida más agradable. Nuestro matrimonio es como un jardín, que no podemos dejar de regarlo y mimarlo…

En esto como en todo no se puede llevar la cuenta. Qué importa si soy yo siempre quién llama, o pone un mensajito en el móvil a media mañana. Si siempre llamo yo, pero siempre hablamos los dos… Ganamos los dos ¿no?

No podemos olvidar que en la mayoría de los casos las mujeres somos más detallistas.
El otro día escucho en el autobús, no es que ponga la oreja, es que hablan muy alto, a dos treintañeras, que se decía una a otra “¡Me veo fatal, ya no me tiran piropos ni los albañiles!”, con disimulo la miré, para constatar si el deterioro era hasta tal extremo. Y es que nos quejemos de la rudeza de este tan querido gremio de la construcción, pero aunque apretemos el paso, la espalda recta, mirada al frente y cabeza alta, por dentro quien más y quien menos se ríe y se siente halagada. Por que a no ser que el comentario sea exclusivo de animal de bellota, levantar pasiones siempre gusta, aunque sólo sean fruto del aburrimiento y la costumbre.

Un piropo siempre viene bien, a cualquier hora y a cualquier edad. Y siempre causa un efecto estupendo. Por lo cual piropear a vuestras mujeres, a vuestros maridos, aunque no sea verdad del todo, piropead.

Una mujer que no es piropeada por su marido es carne de cañón de caer en las garras de cualquier ligón desaprensivo. Ese compañero de trabajo que todos los días te recuerda lo mona que estás, malo, malo… Si ya vengo piropeada de casa, su efecto es nulo. Pero... si arrastro esa carencia...

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