Málaga y Picasso

A ratitos ojeo las fotos de las vacaciones.

Entre las 800 fotos, me detengo en las de una tarde de viernes caluroso que visité la ciudad de Málaga de la mano de mi cicerone personal, mi buena amiga Azucena, que me llevó a los lugares más hermosos de esta localidad, que deslumbra con su fortaleza árabe y sus terracitas.

Pasamos una tarde muy agradable, libres de niños (y maridos). Empezamos el recorrido en la terraza del parador (desde donde tomé la foto y hay unas buenas vistas de toda la bahía) a primera hora de la tarde y saboreamos un refrescante café con hielo. De allí nos acercamos al Castillo de Gibralfaro y a la Alcazaba, fortaleza construida en una ladera de la montaña que recuerda mucho a la Alhambra de Granada. En apenas 10 minutos nos plantamos en el centro con sus animadas callejuelas.

La calle Larios, es la calle mayor de Málaga y cerca de allí está el Museo PICASSO, que visitamos. Un paseo de más de hora y media por más de 150 obras donadas por la familia del pintor cubista. También los bocetos, grabados y esculturas de los primeros años del artista.

Una vez empapadas por la genialidad del artista, y congeladas por el aire acondicionado, es hora de ir de compras.

La tarde termina en un lugar típico: El Pimpi, una pintoresca bodega con solera donde han cenado los personajes más ilustres que han pasado por la ciudad. Las fotos y los barriles firmados así lo atestiguan: desde Lola Flores a Antonio Banderas.

Brindamos con un buen vino blanco y una cervecita.