lunes, 2 de agosto de 2010

El tren




Han sido unos días intensos, sin que tuviera necesidad de escaparme de viaje. Viví momentos de carrusel, de montaña rusa. A ratos estaba en la cima con carrito y todo. Feliz, entera, tranquila, pero luego venia la caída rápida y el derrumbe hasta lo más abajo, y ahí me queda con pena y dolor...luego empezaba poco a poco a armarme, a subir, un poco a tirones, pero a subir al fin.. y llegar nuevamente a la punta, viendo el horizonte, las copas de los árboles, el paisaje estupendo.. y zaz! nuevamente el bajón.
Por ahora, estoy en otro carrito, más estable y parecido a un tren. Viendo pasar el paisaje y concentrada además en mi propia vida. Han sido días de aprendizajes y de encuentros, pero conmigo. Me gusta lo que estoy haciendo, vuelvo a sentirme cómoda, vuelvo a reencantarme con espacios olvidados. He soltado las amarras y me siento libre.
No quiero presión ni yo sentir que presiono. Estar con la fusta es algo incómodo para el que la recibe y para quién la tiene. Sobre todo si es una fusta imaginaria, un látigo que te colocan sin uno querer llevarlo.
Ser una misma, ser yo completa, con mis mañas, con mis virtudes, con las cosas buenas que poseo y con las no tanto. Pero ser simplemente aceptada y querida por lo que tengo. No es otra mi intención que seguir en este viaje en tren, en este vagón que se zarandea un poco, que me lleva por paisajes sorprendentes, con luna llena y estrellas... a veces con sol caluroso y campos de amapolas, y otras con ramas de invierno y frío intenso. No importa. Ahí viajo yo, con mi mejor ánimo, mi mejor disposición, y si me toca un compañero de viaje... espero serle de buena compañía, lo mismo que le pediría a él. Así se hace ameno el camino para todos.
Aunque estoy consciente de los inconvenientes de la vía... espero que si tenemos que salir a empujar, lo hagamos con esfuerzo y con la meta de continuar. Es un vagón grande, donde caben los hijos, la familia y los amigos. Se que en cada estación alguna visita sorpresiva será recibida con los brazos abiertos... habrá quienes bajen en su destino, quizás algunos se adelanten y quieran cambiar su parada. No importa. Lo principal es moverme tranquila y confiada, sabiendo que cuando crezco, cuando soy más yo, mejor persona, más contenta con lo que voy descubriendo, podré al mismo tiempo estar más a gusto con los compañeros (as) de viaje, y distinguir a los indeseables vendedores de ilusiones. Que operan en todos los trenes, en todos los vagones.
Aquí me tienes, volviendo del silencio. Sentada mirando por el actual paisaje de mi propia vida. Estoy tranquila. Comienzo a sonreír...

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