El fin de semana, en lo culinario, ha sido también típico de principios de noviembre, al menos en la montaña leonesa.
Hicimos un `magosto´en casa de mi hermano, con fuego en el suelo, al estilo tradicional, y asamos las castañas con un tambor. Eso de postre, porque primero asamos los chorizos y la panceta, como manda la tradición.
Mi suegra nos hizo membrillo casero y arroz con leche. Huy...se me olvidaba el flan de huevo
¿Qué más se puede perdir?
Todo riquísimo. Y sentarse a comer un bocadillo alrededor del fuego, y ver cómo quema la leña, es...una delicia.
Placeres y sensaciones de bienestar que emanan de una cocina rústica de verdad, no recreada.
Auténtico.
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