viernes, 1 de abril de 2011

Abril



La vida cambia rápido. La vida cambia en un instante. (Joan Didion, en El año del pensamiento mágico)


Estamos apremiados a vivir el momento porque mañana puede que ya no estemos aquí. He vivido otro año, y sigo atravesando los momentos que se describen en el maravilloso libro `El año del pensamiento mágico.´ Un libro prodigioso por su sinceridad (lo hje leído tres veces, es ya una biblia para mí) y explora una experiencia intensamente personal que impresionará a cualquiera que haya amado intensamente a alguien y le haya perdido. Describe magistralmente la sensación de estar en un submarino flotando con gente a tu alrededor, a la que ves gesticular pero no escuchas, la distancia que trazas con el mundo que te rodea, etcéra.


Pasan los años, los meses, las semanas, y todavía tengo que ir con pies de plomo, no perder el equilibrio.


La constatación diaria de que nuestra vida en común se va quedando atrás y que está dejando de ser el centro de mi vida (no de mis pensamientos) me parece una traición. Me niego a dejarle ser una fotografía sobre una mesita.


Le necesito. he madurado mucho, pero siempre necesitaré llamar a mi padre o charlar con él para comentar las peripecias de la vida, unas buenas y otras malas. Soy un ser racional, pero quiero que vuelva. Es mi mayor deseo oculto y no me atrevo a expresarlo en alto porque es algo de dudosa racionalidad, pero así lo siento.


Sigo intentando mantener vivo a mi padre, lo intento mantener vivo para que siga conmigo. Mantuvimos una relación de extraordinaria dependencia. Era mi flotador, y cuando estás aprendiendo a nadar, nadar solo con un manguito en medio de la marejada no es sencillo.

Cuando te adrentas en el mar, "tienes que sentir cómo cambia el oleaje. Tienes que ajustarte al cambio." No es fácil y no siempre encuentras el equilibrio cuando te quedas varado de una pata, como yo lo estoy sin él, pero he descubirto que, como las cigueñas o los flamencos, podemos mantenernos de pie, con una sola pata, sobre todo si es tan fuerte, como mi madre.



Somos una pequeña tribu, sin jefe, pero muy unida, y eso me hace feliz. Estaremos juntos para celebrar un nuevo año por delante.


Un beso a todos y feliz fin de semana.

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