lunes, 25 de octubre de 2010

Elegir






Un fin de semana revelador.
La conversación surgió espontánea mientras con un amigo científico saboreábamos un jugo de arándanos y otro de naranja-plátano. La discusión era simple y además abarcaba todos los ámbitos de la vida.
Sencillamente hay cosas que para solucionarlas hay que buscar la raíz del problema, entender que sucede y así buscar un arreglo. Pero si no se sabe dónde está el origen
difícilmente se puede encontrar un camino para componerlo. De ahí que lógicamente se debe partir de nuevo. Todo esto me lo explicaba mi amigo que estaba vuelto loco con una problemática del universo. Habían descubierto una pequeña falla que impedía calibrar bien un aparato de observación hacia las estrellas, pero no sabían el origen. Entonces tenían dos opciones; seguir desvanándose los sesos hasta dar con el problema con la siguiente fatiga, gastadero de recursos, ánimo y horas de trabajo arduo de todo un equipo o.. simplemente se cortaba de raíz, se hacía borrón y cuenta nueva y se elegía por un nuevo proyecto para obtener las imágenes deseadas y seguir con sus investigaciones.

Ambas opciones eran válidas. Sólo que en algún momento debían pensar cual elegir.
Es lo mismo que nos sucede en determinados momentos de la vida: algunos más trascendentales que otros.
Yo estaba con bastante buen humor en ese momento. Me acordaba de un anécdota sobre una mujer que hablaba con su pareja por teléfono. Era una conversación de esas importantes y medio definitorias de una relación. En un momento, ella se larga el discurso de su vida, casi como para ser ovacionada para los Oscar. En una pausa, al ver que su interlocutor estaba muy atento, ella escucha un pequeño ruido de garganta que atribuye a la emoción que sus palabras está dejando en el otro.. prosigue aún más inspirada... hasta que se corta la comunicación ( él le había advertido que estaba con poca batería)... como no se pudo retomar la conversación hasta varias horas después.. la pregunta lógica fue..¿que te pasó?.. y el hombre le contesta.. ¡disculpa!! sabes,.. es que estaba tan cansado que me quedé dormido!!
Es decir.. ese ruido.. no fue otra cosa que un ronquido!
Ahí tiene dos opciones... ver que tan cansado estaba el pobre hombre que fue incapaz de poner atención a sus palabras.. y verlo como un momento pasajero... o bien.. que realmente no estaba interesado lo suficiente en salvar esa relación. Es decir... dar vuelta la hoja.

Y así ejemplos puede haber muchos.

Disfruté mi jugo de naranja-plátano!!

suerte esta semana.

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