





Ha sido una jornada larga... a estas horas todavía falta para que salgan los últimos mineros y los rescatistas que bajaron para apoyar a estos 33 hombres que quedaron atrapados en las profundidades de la tierra.
69 días, que quedarán gravados en la memoria de un país y sin duda del mundo. Una hazaña increíble, donde la tecnología, la ingeniería y especialmente la voluntad se unieron para hacer de lo imposible un hecho real que es seguido segundo a segundo por cerca de dos mil periodistas de los más variados países.
Aquí las emociones no son contenidas, aquí las risas, las lágrimas, la espontaneidad se han mostrado libres y auténticas.
No hay poses. No hay falsos discursos. Así se muestra Chile ayudando a sus hijos a salir de un encierro involuntario, a sacar fuerzas y recursos para recuperarlos. Cueste lo que cueste.
La empresa privada, especialmente la minería mandó a sus mejores especialistas a ayudar, asumiendo los costos que ello implicaba. El gobierno sacó sus recursos y se puso manos a la obra de forma inmediata. La ayuda de privados, y de la misma ciudadanía no se hizo esperar.
Testimonios increibles se han escuchado en todo este tiempo. Historias de vida que alimentan el espíritu y ejemplos más grandes de alegría como la del segundo minero en salir , Mario Sepúlveda, nos muestra que pese a la adversidad se puede mirar el vaso lleno.
Anoche lo vi salir. Su energía contagiaba a todos, abrazos, risas, y regalos. Un hombre agradecido, que traía piedras en un bolso amarillo y que repartió entre las autoridades y personas que estaban allí para recibirlo. Un simple gesto, un ce ache i! fuerte, ronco... una verdadera arenga vitalizante para quien recién emergía de la tierra que lo mantuvo a 700 metros en plena oscuridad.
No puedo olvidar una de sus primeras salidas por pantalla cuando aún estaba en el interior de la Mina san José:
"Este es un mensaje para el pueblo entero: la familia minera, amigos míos, no es aquella familia que conocieron hace 100 ó 150 años atrás. Hoy día, el minero es educado, es un minero con el que se puede hablar, es un minero que puede sacar pecho, compadre, y se puede sentar en cualquier mesa de Chile"
Un tapabocas para muchos que no han comprendido la increíble importancia de quienes laboran en una de las actividades económicas más rentables para nuestro país, que es minero de norte a sur.
Y ahora.. solo basta esperar la salida de los últimos, de los más fuertes. En el lugar, esperan dejar todavía ese escenario de carpas, banderas, y el propio campamento que fue edificándose con el correr de los días, para que sus protagonistas de la tierra puedan conocerlo y captar su verdadera dimensión.
Ellos ya están afuera. Sus familias están contentas... quedan días por conocer sobre historias y testimonios. Los recibimientos, las fiestas, los casamientos prometidos. Un nacimiento en espera... y las decisiones personales de cada uno para ver que pasos seguirán de ahora en adelante.
Chile ya recuperó a sus hombres. Dejando enseñanzas que no se olvidarán.