
Por mi propia experiencia vital, soy una gran defensora de la educación en la naturaleza.
Quienes tuvimos el privilegio de ser niños libres, teníamos aventuras al aire libre todos los días, sin que nadie nos controlara. Terminábamos los días exhaustos, llenos de tierra y con olor a… monte. Éramos felices. En los últimos años, han ocurrido grandes cambios en el estilo de vida. Son alarmantes los casos de obesidad infantil, déficit de atención, depresión y estrés en niños.
¿Qué ha pasado? Los expertos denuncian que muchos pequeños invierte la mayor parte del tiempo viendo televisión, con los los videojuegos, los ordenadores y los móviles. Se está gestando una generación de niños insensibles ante lo que les ofrece la naturaleza y la vida en familia.
Las nuevas generaciones se privan de cosas sencillas. Eso puede traer consecuencias para su salud física y mental. Ver cómo se ordeña una vaca, darle de comer con la mano a una oveja o tocar su lana, levantar un nido y trepar un árbol son cosas que algunos privilegiados vivimos gratamente en la niñez.
Es cierto que hoy los niños no tienen tantas posibilidades de jugar al aire libre y de gozar de la naturaleza, por el ritmo desenfrenado de la sociedad moderna o porque la tecnología ocupa su tiempo. El diario británico The Guardian publicó una encuesta realizada con 2.000 niños de 8 a 12 años. El 64% de ellos sólo había salido a jugar a la calle una vez a la semana, el 28% había dado un paseo por el campo en el último año y la mayoría no habían subido nunca a un árbol. En el 2002, los niños ingleses de ocho años podían identificar más fácilmente a los personajes de Pokemon que a un escarabajo, una nutria o un álamo.
La educación basada en el medio ambiente mejora notablemente el rendimiento escolar, estimula la creatividad y proporciona mayor habilidad en la resolución de conflictos, pensamiento crítico y toma de decisiones. La relación con la naturaleza promueve habilidades cruciales para el éxito en la vida, como asumir riesgos, tolerancia a la adversidad, conciencia ambiental, capacidad para trabajar en equipo y liderazgo.
Pero, sobre todo, porque-estoy convencida- vivir libre hace a los niños más felices.
Mi generación lo fuimos, y por supuesto, subimos a muchos árboles.
Besos.
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