Uno de los hitos de la infancia es el momento en el que se aprende a montar en bici sin ruedines. Carlos lo ha conseguido estas vacaciones de Pascua. Fue mi hermano el que se empeñó en quitarle los ruedines, en contra de mi voluntad, temorosa de que se partiera la crisma en las cuestas del pueblo. Sin embargo, un par de vueltas al garaje y se hizo con la bici en un pis-pas. De ahí, a querer irse 4 kilómetros. También ha saboreado ya la cuneta en un par de ocasiones, y las rodillas tienen alguna herida de guerra. Nada grave. Momentos para recordar. Y reir.
Un beso
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