miércoles, 27 de julio de 2011
Volver...
Que agradable es volver a sorprenderse con sentimientos de adolescente. A estos años claro. Una se ve envuelta en una carrera precipitada entre las responsabilidades del trabajo, los quehaceres de la casa, de los niños... la cotidianeidad no da para retroceder en el tiempo, sino al contrario para abalanzarse en el futuro inmediato, adelántandose incluso a los hechos o problemas por solucionar.
Uno se ha vuelto "práctico".
Recuerdo en mis tardes de adolescente, donde las tardes después del colegio eran pacíficas... que me encerraba en mi refugio. Mi dormitorio tenía una ventana que daba hacia una vista espectacular: el mar.
Me volaba con mi imaginación, me encantaba ver las puestas de sol mientras escuchaba las mismas canciones una y otra vez.
Eran los tiempos de romanticismo y amores platónicos.
Cuando en la mente una se inventaba historias y se proyectaba en castillos de aire con el príncipe montado en el caballo blanco.... jajaja
Eran tiempos de completa inocencia e ignorancia del mundo real
Pero eran buenos.
Con mis amigas, en ese estado cómplice de risas, nos tirábamos en la cama, o en la alfombra a soñar el futuro... y alguna vez el corazón latía de emoción desbocado creyendo alcanzar la extrema felicidad con algún ser amado.
Recuerdo una canción... que escuché miles de veces... Can't Fight This Feeling, de Reo... y en la tele, con el programa "Magnetoscopio musical" ver el video, que encontraba con "muy buenos efectos"... Me la llegué aprender casi de memoria.
Pero el tiempo cubre con polvo los recuerdos. Los tiempos de suspiros, de ilusiones se quedan suspendidos en ventanas que uno olvida abrir.
Hasta que de pronto, como un torbellino, regresan y se abren de golpe esos marcos oxidados, sorprendiendo gratamente.
Hoy, tuve el enorme regalo de retroceder en el tiempo y volver a esa habitación de atardeceres rojos y naranjos, mientras el mar con su azul envolvía la costa de Punta Angamos en Antofagasta.
Hoy volví a sentarme en mi cama de colcha blanca con flores, mientras el poster de una guitarra con arcoiris colgaba en la pared casi como respaldo de mi cama.
Hoy sentí como abrazaba uno de los tantos peluches que tenía esparcidos en mi habitación adolescente... mientras cantaba con los audifonos puestos esa canción.
Hoy volví a emocionarme...
Y estoy feliz. Realmente Feliz.
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